lunes, 15 de junio de 2020

HOMILÍA DE DON MARIO - SOLEMNIDAD DE CORPUS CHRISTI


SOLEMNIDAD DE CORPUS CHRISTI

 

Muy queridos hermanos y hermanas.

 

Muchas cosas de nuestra fe nos pueden escandalizar, porque superan la capacidad de comprensión, Jesús lo dice en varias ocasiones; “Dichoso el que no se escandaliza de mí”.  El que no se escandaliza del modo de pensar de Jesús, es un modo de pensar distinto del mundano, donde los pobres, los últimos son los primeros, son los más importantes, como el principal es el que tiene que servir y ponerse a los pies de todos, el mismo misterio de la Encarnación, como es posible que Dios tome carne, nuestra propia carne.  Y este mismo escándalo de la Eucaristía, que ya precisamente San Juan en su capítulo siete, un capítulo largo, nos va mostrando como Jesús con gran paciencia va preparando a los discípulos para que comiencen a vislumbrar el Misterio de la Eucaristía, comienza dándoles de comer pan, pan natural, y luego les dice; “Me seguís porque yo os he dado de comer pan, pero es voy a dar un pan distinto”, y de repente les dice algo incomprensible; “Hay que comer mi carne”, y además San Juan no se ahorra, no habla de modo simbólico, dice sarx; carne, mi carne, y dice comer con el verbo érjomai, que es masticar la carne, no está hablando de una cosa puramente simbólica, un nuevo escándalo, de tal modo que San Juan no se corta al decir a partir de entonces ya muchos no andaban con Él; “Como nos va a dar de comer su carne”.  Por eso nos acordamos de lo que dice el Señor; “Dichoso el que no se escandaliza de mí”, o como diría San Pablo; “Predicamos a Cristo crucificado”, necedad para los griegos, escándalo para los judíos, pero para nosotros sabiduría de Dios.

 

Tenemos que estar prevenidos de cosas que pueden ser escandalosas, es el modo en que el Señor actúa, de modo tan contracultural, de modo tan distinto al pensamiento mundano. Por eso quisiera ofrecer como una breve reflexión de cada lectura:

 

La primera lectura del libro del Deutoronomio, Deutoronomio significa, otra vez la ley, por así decirlo, el rey manda escribir nuevamente la ley, los preceptos, es el último libro de los cinco primeros del Pentateuco, los primeros libros de la escritura, el quinto es el Deutoronomio.  Y la palabra central es como comenzaba; “Recuerda Israel”, yo lo distinguiría de repiensa, repensar en pasar por el pensamiento, recordar es pasar por el corazón, recuerda, pasa por el corazón la historia de tu vida, para que suscite amor en tu corazón y para que suscite fidelidad.  Y les ha descrito los cuarenta años del pueblo judío en el desierto, recuerda cómo te acompañe, de día en la nube, de noche en la columna de fuego to te iba guiando, recuerda cómo te di de comer cuando pasabas hambre en el desierto, recuerda cómo te dí de beber cuando pasabas sed, recuerda cómo te libre de las picaduras de las serpientes y los alacranes te sane de ellas, recuerda cómo te introduje en la tierra prometida.  Que importante es hacer memoria, que importante es pasar por el corazón a la aventura de amor que Dios hace con cada uno de nosotros.  También en estos momentos de dificultad, que es momento ciertamente de serpientes, de alacranes, de falta de pan, incluso dice más; “Mira que cuando fuiste probado, de este modo se conoce tu corazón”.  La prueba pone al descubierto el corazón, por ejemplo, pues estoy mal de dinero y me piden ayuda para los necesitados, cómo vamos a hacer hoy, pues el corazón cicatero dirá bueno pues yo necesito para mí, el corazón generoso dirá tengo poco pero lo comparto, cuando estoy con prisas tengo muchas que hacer y alguien me pide que le acompañe un rato, que lo escuche, pues también descubre mi corazón, el corazón cicatero dirá estoy muy ocupado no tengo tiempo para ti ya buscamos otro momento, pero el corazón sensible generoso dirá, aunque tengo mil cosas que hacer ya tendré tiempo a la noche, te escucho con paciencia.  La prueba pone al descubierto nuestro corazón, en estos momentos también de prueba pone al descubierto nuestro corazón, como reaccionamos ante el sufrimiento de los demás, ante las personas mayores que están solas, ante los enfermos en los hospitales, ante las personas que quedan sin trabajo, a una invitación a compartir tiempo y recursos, lo que somos, una prueba en nuestro corazón.  Recuerda como Dios te ha acompañado también en tu desierto, en tus hambrunas, en tus picaduras, en tus noches, Él te ha sostenido; “Recuerda Israel”.

 

El Evangelio diría algo que dice el Señor, algo tan importante; “Yo soy el pan que ha bajado del cielo”, es curioso, un pan que viene del cielo pero que ha fecundado la tierra, porque va a dar de comer su propia carne, el hijo de Dios que toma nuestra carne y se ofrece como de alimento, y dice; “El que coma de este pan vivirá para siempre”, dirá un poco más adelante; “Si no coméis de la carne del Hijo del Hombre no tenéis vida en vosotros”, vida plena, si podéis tener una vida fisiológica, nuestro organismo funciona, podemos tener una vida social y el mundo camina, ciertamente con luces y también con sombras, con gente heroica y generosa, y también con hambrunas, guerras y violencias, no; “Yo hablo de una vida plena”, “Si no coméis mi carne y bebéis mi sangre no tenéis vida, porque viviréis por mí, porque yo habitaré en vosotros, viviréis de mi misma vida, os comunicaré mi misma vida”.  Y por eso los apóstoles decían; “Señor danos siempre de este pan”.  El Concilio Vaticano II dirá que; “El Sacramento de la Eucaristía es la fuente de dónde procede toda la vida cristiana, y es el culmen de la vida cristiana, porque nos unifica en Cristo y nos unifica entre nosotros mismos”.  Que es la tercera idea que nos decía San Pablo en la segunda lectura, ha dicho algo muy importante; “Nosotros que somos muchos, en Cristo formamos un solo cuerpo”.   Aparece con un doble movimiento, Jesucristo el Señor reparte su cuerpo para nosotros, se despedaza para nosotros, comparte y derrama su sangre en todo el universo, ¿para qué? para quienes se unan a ese cuerpo y esa sangre puedan ser reunidos en Él, puedan ser convocados en la unidad, en Él.

 

Ciertamente la diversidad de cada uno en la cromaticidad que es la vida humana, pero como una humanidad redimida, unificada, lavada, salvada por Cristo el Señor.  El otro día nos decían que es verdad que no nos salvamos solos, nos salvamos juntos, juntos con el Señor, que es el que nos da la vida y el que unifica nuestras vidas y nos estimula y sostiene, para que nos sirvamos con amor, con cariño, para que nos ayudemos mutuamente a salir de los momentos de dificultad como el que vivimos.

 

Por eso y termino condensando las tres palabras, es un día para recordar, pasar por el corazón todas las obras grandes que Dios ha hecho con cada uno de nosotros, es un día para acoger el pan de vida que viene del cielo pero que ha tomado carne de la tierra, que es la fuente de la vida, y es un día para darnos cuenta que este pan produce la unidad entre nosotros, el amor entre nosotros, el servicio mutuo.  Por eso hoy celebramos el día de Cáritas, quisiera agradecer a los dos mil voluntarios de Cáritas, a los cinco mil colaboradores de Cáritas, a todas las caritas diocesanas capilarizadas en la diócesis, que de modo muchas veces silencioso, sin salir en medios, ayudan cada día a dar lo mejor de sí mismos, para socorrer las necesidades del prójimo.  La coleta también de hoy, irá destinada ayudar a los que menos tienen, a ayudar a los que en estos momentos de modo más duro están sufriendo las consecuencias de esta crisis.  Que el pan de vida, el pan de Dios nos ayude a amarnos como el Señor nos ha amado.  Que la virgen María nos ayude.

 

Que así sea.

 

X Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

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